Mis calzones sucios

 

 Todos tenemos gustos diferentes, las personas prefieren más algún color, un grupo musical, una película, entre muchas otras cosas que existen en el mundo; pero hablando específicamente de sexo, hay un sinfín de cosas por hacer o disfrutar. Lo que están a punto de leer no es otra cosa que una muy pequeña parte de mis perversiones y yo estoy gustoso de contarles mi experiencia.

Me desempeño en la vida diaria dentro de un edificio corporativo lleno de oficinas, son doce pisos de acero, concreto, ventanas de vidrio, miles de metros de tuberías y cables y además, cientos y cientos de personas que le dan vida y funcionalidad a estas oficinas. Mi equipo está establecido en el piso número 6, cuento con 87 subordinados altamente capacitados que dan soluciones inmediatas para el área Crédito y Cobranza.

Ser líder de un equipo de tan amplio, no es tarea fácil y tiene sus grandes retos, si bien, tengo personas que me ayudan en la jerarquía del área, eso no quita que no esté al pendiente de todos los problemas que puedan o estén surgiendo, que normalmente son dueños de alguna concesión ofrecida por nuestra compañía y que, no tiene la solvencia suficiente para pagar la deuda del mes.

 Ahora bien, ya que conocen el ambiente en el que vivo 12 horas diarias, puedo empezarles a relatarles la historia por la cual habrán entrado a este post. Un día normal en la oficina está lleno de reuniones laborales con los gerentes y el presidente regional de la compañía, en donde se muestran todos los avances diarios; seguido de una hora y media de comida en algún restaurante de la zona o pedir directo a mi oficina, para después continuar con las reuniones con los jefes del área que administro.

Entre el mundo de correos electrónicos y llamadas que recibo a diario, está más que claro que se necesita asistentes personales que ayuden a organizar mejor mis tiempos en el trabajo. Tengo una fascinación por tener siempre a las asistentes jóvenes, de entre 25 a 33 años, delgadas de cuerpo pero que esté muy bien formado, con culo firme y algo grande al igual que sus senos, grandes y firmes, además, de cabello largo, con anteojos y una sonrisa magnífica.

Debido a esta fascinación y algunos podrían llamar obsesión, implementé un sistema en la oficina que me permite estar cambiando a mi asistente, seleccionado a la chica que mejor se adapte a mis gustos del equipo que manejo. Así fue como llegó la recién nombrada asistente y secretaria Amanda.

Amanda era una recién graduada de contabilidad, llegó a la oficina como becaria a los 22 años y desde ese momento, siempre la había querido para que fuera mi asistente. Cuando hice su nombramiento, acaba de cumplir los 24 años y había terminado ya su carrera de Contaduría en una buena universidad pública; pero eso no era lo importante, lo que realmente me interesaba era toda su personalidad y además su aspecto físico, un rostro demasiado hermoso con dos grandes mejillas que siempre hacían resaltar sus lentes grandes y redondos, su ojos eran de un color café claro que siempre brillaban y se llenaban de vida cuando ella reía, en su frente llevaba un gran fleco estilizado y su largo pelo llegaba hasta la mitad de la espalda; sus pechos grandes y redondos resaltaban a la vista de todos debido a que en la oficina siempre usaba suéteres muy ajustados que inevitablemente hacían resaltar su figura. Una de sus grandes fortalezas, a parte de su inteligencia, era su culo, una joya de durazno que encajaba perfectamente, siempre nos deleitaba la vista a todos en la oficina, ya sea con una alguna falda con medias o un pantalón.

Con el nombramiento de Amanda mis 12 horas de trabajo se volvieron parte de su vida, aunque ella no estaba tanto tiempo. Nuestra relación laboral hizo una mancuerna excelente y además nuestro mejor momento del día era en nuestra comida, ir y venir a los mejores restaurantes que la ciudad tenía para ofrecernos, porque al final, la compañía paga.

En estas comidas o cenas diarias, nos fuimos conociendo más y más, compartimos aspectos de nuestras vidas personales y evidentemente fue creciendo nuestro interés del uno al otro. El primer problema que surgió fue que ella no estaba muy de acuerdo en que comenzáramos una relación ya que soy un hombre felizmente casado.

Menciono felizmente casado porque es verdad, tengo un matrimonio que me hace feliz completamente, mi mujer la conocí en la universidad y desde entonces supimos que éramos el uno para el otro. Paty, mi esposa; es la mujer más bella y hermosa que jamás se haya cruzado por mi camino, es alta, grandes pechos con unos pezones rosados perfectamente circulares, un culo hermoso, una piel blanca y muy suave, su pelo es de largo hasta los hombros y de un color castaño. Sus labios rosados y pequeños guardan una sonrisa angelical que desde el primer día que la vi, caí fulminado por ella.

Paty tiene un cuerpazo espectacular y siempre usa vestidos, ya sean largos o cortos, además una personalidad tan dulce y gentil con todas las personas; en un principio de nuestra relación era muy santa pero poco a poco fue aceptando con gusto todas mis perversiones. Dentro de las múltiples cosas que desarrollamos en nuestra vida sexual, especificaré solamente la que requiere este relato y quizá, alguna vez les cuente más.

Es necesario para su conocimiento que soy un amante de la lencería y por consiguiente mi esposa  poco a poco se volvió amante también. Constantemente a Paty la lleno de regalos de lencería para que ella use del diario o cuando tenemos relaciones, que ha decir verdad, no ha disminuido en todo el tiempo que llevamos de casados.

Nunca he dejado de presumir a mi esposa y mi matrimonio con todas las personas que conozco y no fue la excepción con Amanda, es por ello, que ella no quería que tuviéramos una relación porque poco a poco se fue enamorando de mi, cuando yo solamente la quería para continuar mis deseos que de vez en cuando van cambiando.

Cuando comes y facturas en restaurantes a nombre de una empresa ya sea propia o no, uno aprende trucos para que nunca sospechen de si el gasto realmente fue gastado en comida, en una ocasión ya con Amanda más que tranquila, nos dirigimos a un motel que tenía una razón social de restaurant bar, por lo que la empresa seguiría pagando mis “comidas” con Amanda. Una vez ingresados en la habitación, Amanda de abalanzó sobre mí y me comió la boca a besos, la abracé por la cintura y me la llevé directo a la cama.

La recosté dulcemente, nos miramos entre un beso y otro, le fui quitando el chaleco que estaba usando en ese momento y posteriormente le desabroché su camisa. Me sorprendió ver que estaba usando un brasier  de un conjunto que le regalé, negro con un encaje en color rosa mexicano y un lindo moño en el centro de sus dos enormes pechos. – ¿Te gusta cómo me veo? – Me preguntó con una sonrisa tierna y en su mirada llena de amor. – Claro, sabía que te ibas a ver preciosa – contesté, mientras nuevamente la besaba y terminaba de quitarle la camisa. Baje por su cuello dando besos, continúe por sus pechos y llegué hasta su abdomen que hizo que ella se riera por las cosquillas de mi besos. - ¿Qué me haces?- dijo con una sonrisa grande y bella, mientras levantaba lo suficiente su cabeza para verme, no dije nada y con un nuevo beso pero ahora en su vientre le desabroché la falda que llevaba en esa ocasión y se la quité por completo. Ella estaba usando el conjunto completo, en la parte de abajo llevaba una tanga también en color negro, con unos listones de color rosa mexicano que se ataban a cada costado y al igual que el brasier, un moño rosa pequeño en la parte alta del triángulo de esa tanga.

-Me afeité como me dijiste, me dejé un pequeño triangulito bien recortado y todo lo demás lo afeité bien, espero te guste-. Amanda había hecho caso cuando después de algunos encuentros le dije que no me gustaban las mujeres con demasiado pelo en su entrada. – Se ve fantástica -. Y sin dejar de mirarla a los ojos, me bajé para darle una larga chupada por encima de la tanga a su panocha.

Mi asistente ya estaba demasiado mojada, terminé de quitarle sus tacones y la hice ponerse de pie para poder verla con el conjunto completo. Ese día ella había llevado medias individuales que justo terminaban a la mitad de su muslo y hacían un juego perfecto, ese par de pechos se veían aún más grandes y ese culo en forma de durazno era tan bello y caliente. Noté que la habitación rápidamente se llenó con el aroma de esta mujer y poco a poco fui perdiendo la decencia.

Mientras yo estaba sentado sobre la cama y Amanda me veía de frente, comencé a pasar mi mano por entre sus muslos, hasta llegar nuevamente a su vagina, su tanga para este momento ya estaba muy empapada – ¡Ahhhhhh! – soltó el primer gemido cuando con mi mano por encima de la tanga la acariciaba con una ligera fuerza, quería embarrar esta tanga con todos sus jugos, en mi cabeza había surgido una muy perversa idea que rápidamente se transformó en un plan que me hacía generar una erección demasiado dura. Solté a Amanda para poderme quitar toda mi ropa, ella al notarlo se arrodilló para ayudarme y mientras yo desabrochaba mi camisa, ella comenzaba por el cinturón para después bajarme en un solo movimiento mi pantalón.

Saltó mi verga totalmente rígida ante su cara y ella con una mirada entre asombro y calentura la tomó entre sus manos – ¡Mmmmmahhh! Está muy dura hoy, ¿te puso así como me veo? – Preguntó – Claro, te ves demasiado sexy – Aunque en realidad estaba mintiendo un poco, lo que terminó de ponerme tan caliente fue una idea que tenía en mente. Amanda continuó agarrando y moviendo sus manos sobre mi verga y yo acerqué su cara para que me diera una rica mamada. Ella me veía a través de sus lentes mientras metía y sacaba mi pene de su boca, yo con mis manos juntaba su cabello para hacerle una especie cola de caballo y desde ahí poder dirigir el ritmo de la mamada que me estaba dando.

La levante, la besé suciamente, su boca y la mía se llenaron de bastante saliva de ambos, luego la separé bruscamente y la aventé de espaldas sobre la cama. Ella estaba un poco sorprendida por la manera que la aventé, pero con el paso del tiempo fue algo que terminó por encantarle. - ¡Ahhh! Oye, estas muy brusco hoy-. Dijo mientras intentaba levantarse nuevamente, pero la volví a dejar boca abajo y sólo le deje que levantara su culo, que esa posición hacia parecer que era un corazón. Yo con mi verga en la mano le hice su tanga a un lado y se la clavé de una con bastante fuerza entró hasta el fondo - ¡Haaaaaaayyyy! – alcanzó a decir Amanda entre sorprendida, con un poco de dolor por la fuerza que usé, pero claramente le había encantado. La comencé a penetrar tomándola de su cadera y tirando hacia mi cuando se la metía - ¡Haay, haaay, haaay sí!- Sus gemidos cada vez más fuertes, ver como ese rico culo en forma de corazón rebotaba con mi cuerpo hizo que me dieran ganas de nalgearlo, así que con mi mano derecha, comencé a nalguearla primero un poco suave, para ir calentando sus nalgas y con cada nueva nalgada que le daba iba aumentando de intensidad hasta ya darle unos buenos azotes, los golpes sonaban de una manera seca, como aplausos y poco a poco ese culo se estaba volviendo de un tono rozado a rojo por cada golpe - ¡Haaaaaaa! ¡¿Qué sucede, hoy me estás cogiendo muy fuerte?! ¡Ahhhhhhh! – decía Amanda entre mis metidas y nalgadas que le daba.

Cuando noté que ya su culo estaba demasiado rojo, seguí penetrando bruscamente a Amanda, esta vez tomé todo su cabello que tenía a la espalda y con una mano lo enredé y comencé a tirar de el; esto hizo que Amanda se pusiera en una posición de perro con la espalda curvada y gimiendo ya con bastante fuerza - ¡Hay así, así, así! – Yo no podía dejar de clavarla con fuerza mientras veía esa lencería que llevaba puesta, en verdad mi mente estaba muy caliente y fue cuando le dije lo que tenía  en mente desde hace un rato – Me encanta como se te ve tu culo con esa tanga que llevas puesta- Continuaba penetrándola. – Quiero cogerme a mi esposa con la misma tanga- Ahí le solté del cabello y nuevamente la tomé de la cintura para darle por fin con fuerza para poder eyacular dentro de ella. -¡Ahhhh! ¡¿Qué?! ¿Le vas a regalar la misma ropa que a mí? – Pregunto Amanda mientras no dejaba de gemir por mis embestidas finales - ¡No! ¡Le voy a llevar la tanga que estas usando ahora mismo!-. Justo al terminar esta frase comencé a llenarla por dentro con todo mi semen, sentía como salía de mi pene tan caliente y en tanta cantidad que acabó chorreando de su vagina, ella empezó a temblar de sus piernas y se recostó solo de la parte de adelante, su culo aún seguía levantado y sus pies estaban apretados por el orgasmo que había alcanzado.

Saqué mi verga y esta casi se había recuperado por completo, se podría decir que estaba lista para volverme a coger a Amanda, pero no había tiempo; acaricie dulcemente su culo y comencé a quitarle la tanga - ¿De verdad le vas a llevar la tanga a tu esposa? – me veía Amanda con su cara sudorosa y sonrojada por el sexo que habíamos tenido, para ese momento noté que no llevaba los lentes, al parecer se le habían caído en algún punto mientras la penetré. – Claro, estoy seguro que también se verá espectacular con esta tanga puesta- Terminé de quitársela y ella se acostó en la cama para darse vuelta, sus pechos se veían muy ricos y tuve otra gran idea – Sabes, también quiero el brasier- Amanda inmediatamente hizo una cara de sorpresa y con sus manos se cubrió los pechos. -¡No! ¿Por qué? Ya tienes la tanga, además, este me lo compraste para mí, si querías que tu mujer lo tuviera se lo hubieras comprado a ella, esto es mío- Y seguía cubriéndose sus pechos. Yo por mi parte, comencé a vestirme – Ya se que es tuyo, solo quiero ver cómo se le ve a mi esposa, después te lo devolveremos – Esta respuesta claramente no le hizo gracia – ¡Nooo! ¡Si ella lo usa ni creas que me lo pondré yo nuevamente! – Dijo gritando - ¡No pienso usar nada que ella haya usado! – Volvió a gritar. Con la paciencia del mundo tomé la calma y me acosté junto a ella y sin decirle nada más, comencé a besarla, acaricié con mi mano su mejilla y mientras Amanda poco a poco iba soltando, le retiré las manos de sus pechos y con una sola mano le desabroché el brasier, ella no ponía resistencia y cuando ya estaba liberado me retiré. – Bien, ya está. Ya viste que no era tan difícil, te pienso devolver el conjunto porque me encanta como se te ve, además no va a ser el único que pienso darte – Algo enojada porque la había dejado a medio beso contestó – Ya que, no entiendo porque te calientan estas cosas-.

 

 Terminamos de vestirnos y regresamos al trabajo, fue algo tranquila la tarde y para la noche Amanda y yo nos retiramos a nuestras casas. Mientras iba en el auto, pasé a comprar algo de pan para la cena y algunas cosas más que Paty me había pedido y una bolsa que iba a necesitar después. Al llegar a casa me recibieron mis dos pequeñas hijas - ¡Papi! Ya regresaste – decían las dos al mismo tiempo. Les di un abrazo fuerte y un beso - ¿Dónde está su madre? – Pregunté – Mamá está en la cocina- contestó la más grande y así los tres nos dirigimos a la cocina.

-Amor que bueno que ya estés en casa- Me recibió Paty tan amorosamente como me habían recibido mis hijas antes - ¿Cómo estuvo el día? – Y mientras caminaba hacía a mí para darme un beso de bienvenida. La tomé fuertemente de la cintura y mientras nos besábamos la cargue un poco hacia a mí, eso le encantaba. –Bastante bien, hoy fue un día más tranquilo por eso salí temprano – Continué hablando de cosas del trabajo con mi esposa mientras jugaba un poco con las niñas, después cenamos y nos retiramos todos a dormir.

Ya en nuestra habitación mi mujer y yo nos cambiamos para dormir, ella siempre usaba ropa que me encantaba cómo se le veía, tenía un camisón de color lila transparente y debajo no traía nada, su hermoso cuerpo a través de la transparencia de la tela resaltaba inmediatamente, mientras nos alistábamos para dormir bajé rápidamente al auto y saqué el conjunto que en la tarde había usado Amanda y lo coloqué dentro de una pequeña bolsa de regalo que había comprado y regresé nuevamente con Paty.

-Mira lo que te traje- Mientras le acercaba la bolsa –Mmmm… Ya se qué hay adentro amor- Esta era siempre mi forma de regalarte todo tipo de lencería y ropa a mi mujer que muy periódicamente lo hacía, así que para ella era un detalle ya conocido. Paty abrió la bolsa de regalo y sacó la tanga y el brasier, los apreció un poco – Vaya, está bonito este conjunto, me gusta mucho el color negro con rosa – Mientras volvía a mirar dentro de la bolsa de regalo pensando que no hubiera dejado algo más – Sí lo sé, además creo que te quedará muy bien – Poco a poco mi verga se iba poniendo dura. – Lo vi en el catálogo que llevó Amanda el otro día a la oficina, desde que lo vi supe que te iba a quedar bien –. Mentí para sonar más casual, aunque esto fue un error - ¡Aahh! Está muy bonito, entonces lo lavaré y mañana los estrenamos tú y yo- contestaba Paty mientras me abrazaba por el regalo y me besaba. El que ella lavara ropa nueva no era raro para mí, normalmente lo hacía con todo tipo de ropa que compráramos, de ella, las niñas o mía, en algunas ocasiones no las lavaba pero tendría que estar muy caliente o estar muy distraída. Paty guardó nuevamente el conjunto en la bolsa y la llevó al closet donde guardaba toda su ropa, después regresó conmigo y comenzamos a besarnos para prepararnos para poder tener una noche bastante rica.

Para la siguiente mañana no tenía que trabajar en la oficina ya que era sábado, pero el trabajo nunca se acaba así que a ratos tenía que contestar llamadas, enviando algún correo electrónico que fuese necesario. En general fue un sábado muy tranquilo que disfruté con mi familia, ver películas, juegos con las niñas, una comida y una cena.

Así llegó la hora de dormir nuevamente, cada uno acostó a una hija diferente y luego de darles las buenas noches nos retiramos a nuestra habitación, ahí al desvestirnos para ponernos nuestra ropa de dormir, vi que al quitarse el vestido verde que estaba usando mi mujer ese día, estaba usando el conjunto que le había dado la noche anterior.

-Quería darte una sorpresa, lo lavé temprano y en cuanto se secó me lo puse, ¿Qué te parece? ¿Cómo me veo?- Me preguntaba mi esposa mientras con una sonrisa me modelaba girando su cuerpo usando el mismo conjunto que le compré a Amanda.

Paty se veía estupenda, su color de piel se resalta con los colores oscuros, así que ese brasier negro hacía que sus grandes pechos se vieran magníficos, su figura esbelta es demasiado sexy, a la altura de sus caderas los listones rosas de la tanga, la hacían ver como una modelo, sus nalgas levantadas y firmes devoraban el hilo de la tanga y el volumen de su vagina, generaba un pequeño bulto que apenas si la tanga podía tapar y como toque final a la imagen ella se puso unos tacones también negros, lo que la hizo verse más alta y con las piernas más alargadas. Mi esposa es la única mujer que me prende con sólo mirarla, ella no importa el estilo que ella quiera llevar, siempre logra levantar mi verga hasta que sienta que va a reventar y este momento no fue la excepción.

-Me fascina como me miras siempre con deseo mi amor- Me decía ella mientras yo no dejaba de admirar su figura, ella caminó hacía mi ya que yo estaba boquiabierto y comenzó a besarme; con besos me llevo hasta la orilla de la cama donde ya no pude caminar más hacia atrás y tuve que sentarme, ella aprovechó para subirse arriba de mi sin dejar de besarme y terminar de quitarme la playera que había usado. Yo sólo con mi bóxer ya tenía una erección y con el movimiento de caderas de mi mujeres estaba iba creciendo más y más.

Los besos y cachondeos de mi esposa continuaron, yo con mis manos acariciaba su espalda y a momentos la tomaba del culo para apretar esas nalgotas, de pronto, mi esposa se levantó di unos pasas hacia atrás y comenzó a moverse sexymente tocándose ella sola todo sus enormes pechos, bajando una mano hasta su vagina y frotándola por encima de la tanga, mientras balanceaba su peso de una pierna a otra. Todo un espectáculo – Amor ¿puedo tomarte una foto? – Pregunté – Mi vida, sabes que puedes tomarme las que quieras – dijo ella mientras se daba una leve media vuelta enseñándome su culo mientras se agachaba y levantaba lentamente.

Rápido tomé mi celular que estaba en el pantalón que recién me había quitado y comencé a tomarle fotos a mi esposa, he de contarles que mi celular está lleno de muchas fotos de mi mujer, desde teniendo sexo hasta usando diferente tipo de ropa, juguetes u otras cosas que ella y yo solemos hacer. Con cada foto mi mujer cambiaba de pose o me enseñaba algo más de su cuerpo y esto la calentaba demasiado, poco a poco pasó de tocarse ligeramente a estar apretando sus pezones de un color rosa claro y estarse dedeando mientras yo la fotografiaba.

Viendo que me estaba perdiendo la acción me acerqué a ella y comencé a comerle la concha con la tanga puesta, Paty tiene un sabor tan dulce que es hasta adictivo comerle su vagina, llena de fluidos y unos labios demasiado ricos, pasé de estar jugando con mi lengua en su clítoris a chuparlo e ir lamiendo toda su vagina, después de un tiempo así le quité la tanga y seguí comiendo, poco a poco con mi lengua fui bajando más y más hasta que llegué a su culo y también me lo comí, es algo que a ella le fascina que haga. -¡Ufffaaahh! ¡Como me gusta que me lo comas! – gritaba mi esposa. Yo sin detenerme seguía comiéndome su vagina y su culo por igual, metiéndole los dedos y jugando con su clítoris. Mientras regresaba a jugar con mi lengua en su clítoris comencé a meterle de manera rápida los dedos en su concha y ella empezó a gemir desesperada, ya sabía que estaba por tener su primer orgasmo y todo lo que saliera de ella me lo iba a comer sin cuidado - ¡Hay así mi cielo, síguele así! Ahhhhhhh! – Gemía cada vez más fuerte, mientras yo no baja el ritmo de mis dedos y mis chupadas. Paty con una mano apretaba mi cabeza mientras con la otra ella se agarraba la cara comenzó a encorvar la espada y a soltar un grito fuerte, estaba corriéndose en mi boca - ¡Haaaay amoooorr! ¡Qué rico! – gritaba entre sollozos y desesperación mientras llenaba mi boca con esa rica corrida.

Me encontraba completamente excitado por la tremenda corrida que le había generado a mi esposa, así que me acerqué a hacia su hermoso rostro y nos comenzamos a besar, como estaba entre sus piernas fue muy sencillo que mi verga le entrara, ella me abrazó con sus piernas y en automático comencé a penetrarla a un ritmo medio, es decir, sin ir muy aprisa o muy lento. Una de las tantas cosas que me fascina de Paty es que su vagina con mi pene hacen uno mismo, es como si su vagina lo abrazara, sumado a esto sus paredes altamente lubricadas me genera unas sensaciones de placer demasiado buenas.

En un momento dejamos de besarnos y en automático me libero de sus piernas, por lo que pude separarme un poco y poder quitarle el brasier, una vez suelto su enormes pechos, me los comí desesperadamente, ella sólo podía gemir más y más con forme alternaba las chupadas entre sus pechos -¡Cómetelas amor, son tuyas! ¡Ah sí cariño! ¡Haaaa sí!- gemía Paty por el placer de mis cogida y por comerle esos senos.

La sensación de estar a punto de eyacular cada vez se hacía más cercana y para evitarlo decidí cambiar de posición, así que levante a Paty y entre besos la hice entender que quería que ella se subiera encima de mí, mientras yo quedaba recostado y así lo hicimos. Ella montada encima de mí comenzó a saltar para encajarse sola mi miembro, también se movía de atrás para delante y yo la sostenía de la cadera guiando sus movimientos. Esta posición nos fascina a ambos y la continuamos hasta que ya no pude aguantar más -¡Ah!- grité - ¡Estoy por venirme amor!- Paty al escuchar esto comenzó a moverse desenfrenadamente de atrás para adelante y a gritar - ¡Hay sí amor! ¡Vente! ¡Vente! ¡Vente!- mientras no dejaba de acelerar su ritmo, por lo que terminé eyaculando dentro de ella. Sin sacarla Paty se recostó sobre mi pecho y me abrazó fuerte – Amor, eso estuvo muy rico. Te amo mucho – y comenzó a besarme dulcemente y ambos nos quedamos acosados besándonos.

En la mañana al despertar el día pintaba para ser un caluroso día, así que decidimos salir a algún parque o zoológico con las niñas y tener un buen domingo en familia. Todos nos vestimos ropa cómoda y desde muy temprano salimos de casa, fuimos a un lugar para desayunar y cerca de las 12 del día llegamos al zoológico de la ciudad.

La tarde de verdad estaba demasiado calurosa, así que compramos unos helados mientras veíamos a los animales y la pasábamos bien, mi esposa claramente se veía acalorada, la frente le brillaba con el sol y su espalda cuando la tocaba se sentía la capa de sudor que escurría de ella. Por la tarde cuando ya habíamos recorrido todo el zoológico y decidíamos que íbamos a comer, mi mujer me comenta –Ufff que calor hace, tengo toda la cola sudada- Instintivamente le voltee a ver su culo y ella se ríe - ¡Oye pervertido!- entre risas.

Continuamos pasando la tarde comiendo pizza, pues fue la opción más votada y cerca de las 8 de la noche estábamos por fin llegando a casa, con lo caluroso del día todos veníamos hechos un asco así que decidimos bañarnos antes de cenar algo y dormir.

Me quedé con las niñas mientras Paty se bañaba, así mientras yo me bañaba ella las ayudaba a ellas. Cuando fue mi turno de entrar a nuestro baño, pude ver que en el cesto dentro del baño estaba la ropa que se acababa de quitar mi mujer, un vestido amarillo con lunares blancos y sobre este, una tanga blanca normal, sin adornos especiales. La tomé y por el simple placer de hacerlo, la comencé a oler; tenía una mezcla de aromas muy fuertes, un rico olor a la concha de mi mujer, que huele tan rico que siempre me dan ganas de comerme su vagina o en este caso su tanga, también tenía un aroma a su cola, bastante fuerte este olor pero sumamente placentero, pues a decir verdad la había usado todo el día, como cereza del pastel de los olores había uno algo picoso que bien pudo ser por todo el sudor de tanto caminar. Después de olfatearla noté que estaba manchada por la parte interna, justamente en toda la zona que está en contacto con su concha, era un color muy tenue amarillo.

La dejé nuevamente en el cesto y me metía a bañar, mientras usaba el shampoo en mi pelo, nuevamente tuve otra idea, así que terminé la ducha lo más rápido que pude y volví a sacar esa tanga. La guardé dentro del pantalón que iba a usar para el otro día en la oficina y regresé con mi familia para cenar algo ligero y posteriormente descansar.

La siguiente mañana, mientras iba en el auto hacia la oficina, le marqué a Amanda para decirle que la veía en mi oficina en cuanto llegara al trabajo. Una vez llegué al edificio, tomé el elevador hasta el piso 6, me dirigí de inmediato a encontrarme con Amanda. Ella el día lunes iba vestida con una falda de color gris claro, esta vez sin medias que le marcaban sus dos nalgas bastante bien y un suéter color guinda.

Apenas cerré la puerta de la oficina, me acerqué a ella y nos dimos un rico beso de buenos días – Te extrañé mucho- Mientras me abrazaba fuerte y ponía su cabeza en mi pecho. – Yo también te extrañe -. Y nuevamente le di un pequeño beso, pero ahora en la frete. - ¿Y bien? ¿Para qué me pediste vernos tan temprano, pasa algo?- preguntó Amanda sin dejarme de abrazar, en ese instante la separé un poco de mí y mirándola a los ojos contesté – No pasa nada, sólo que te traje algo.- Me miró bastante extrañada y sin entender qué decía – La forma en que me dices que me trajiste algo y esa mirada que me echas me incomoda un poco ¿qué me trajiste? – Yo con mi mirada perversa, saqué la tanga blanca de mi esposa de la bolsa de mi pantalón y se la di – Te traje esto, quiero que te la pongas ya – Amanda me miraba como sin podérselo creer – Pero ¿qué es esto? ¿Acaso es de tu esposa? Ya te había dicho que no iba usar algo de ella jamás – empezó a subir de tono – ¡Además está sucia! ¿Cómo quieres que me ponga algo así, no notas cómo huele? – Amanda sostenía la tanga en sus manos a una cierta distancia de su cara, era evidente que la mezcla de aromas le estaban llegando fuertemente. – Ya se que está sucia y también se que huele bastante bien – dije, mientras olía nuevamente la tanga desde las manos de Amanda – Pero quiero que te la pongas y la uses desde ahorita – Volví a indicarle con voz firme, pero con calma. - ¡¿Qué estás enfermo?! ¡No pienso hacerlo algo tan asqueroso! – Y sin dejarme decir nada más, salió de mi oficina.

 

Suspiré hondo pensando que es lo que debería hacer para que ella se pusiera la tanga sucia de mi esposa, pero no podía ocuparme mucho por este tema ya que tenía trabajo que hacer y juntas a las que entrar. Cerca de las 12 del día y mientras estaba en una reunión sobre los presupuestos de las diferentes áreas, recibí un mensaje.

Amanda: No sé porqué quieres que use esta cosa de tu esposa

Amanda: Y huele fatal

Yo: Te quedará bien, además no está tan sucia.

 

Ella no contestó hasta pasados unos cuantos minutos.

 

Amanda: No entiendo cómo te pueden excitar estas cosas

Amanda: Pero nunca puedo decirte que no

Justo después de este mensaje me llegó una imagen donde está mostrándome su culo en forma de durazno usando la tanga sucia de mi esposa. Al mirar dicha imagen mi cabeza no lo podía creer y mi pene casi rompe mi pantalón y la mesa de madera de la sala de juntas.

Todo el resto del día no podía dejar de pensar en Amanda y en como estaba llevando esa prenda, de vez en cuando miraba la imagen y mi calentura se subía demasiado, apenas tuvimos oportunidad para irnos a comer y la llevé directamente el motel que acostumbrábamos a ir. Mientras íbamos entrando me comenta – Ya quiero entrar, no sabes lo mojada que he estado todo el día – Yo algo asombrado, pregunté - ¿Por qué has estado mojada? ¿Te gustó la tanga? – Amanda ya tocaba mi pene con sus manos mientras avanzábamos a la habitación. – Al principio no quería porque olía muy sucio, pero cuando fui al baño para ponérmela, ese olor que tenía y los nervios por usarla empezaron a excitarme hasta tal punto que ya no pude más y me la puse. Ya cuando sentí como la tanga se iba encajando entre mis nalgas y tocaba mi vagina… ufff empecé a mojarme demasiado- Yo no lo podía creer, de verdad estaba bastante caliente y no quería perder la oportunidad, así que entramos rápidamente a la habitación y nos fuimos directamente a la cama.

Ahí la aventé y subí su falda hasta su cintura, tenía la tanga puesta y podía verse lo mojada que estaba y sin perder nada de tiempo me comí su concha. Apenas acerqué mi cara a su vagina podía oler los aromas que mi mujer había dejado y sumados a los jugos de Amanda que también desprendían cierto olor, fue imposible no comerme esa concha desesperadamente y respirar profundo cuantas veces pude.

Amanda estaba vuelta loca - ¡Hay así! ¡Comente mi sucia panochita! – gritaba mientras se retorcía por como me la estaba comiendo. Yo estaba desesperado y sumamente caliente así que de un momento a otro me quité toda mi ropa y Amanda al ver como me desnudaba, ella también lo hizo a la misma velocidad; pero eso sí, sin quitarse la tanga.

Me acerqué con la verga tensa y palpitante a su cara mientras con mi mano derecha le tocaba la concha por encima de la tanga. - ¡Oh Dioooos! – Gritaba y comenzaba a darme una mamada con desenfreno. En todas las ocasiones en que me la estuve cogiendo, jamás me la había mamado así, me estaba llenando de tanta saliva espesa que me goteaba desde mis bolas, se notaba el hambre que tenía. Yo por mi parte estaba gozando demasiado esa mamada, que de haberla dejado continuar me hubiera hecho venirme en unos cuantos segundos más; así que le retiré su rostro, me puse de pie y la jalé hacia mí para poder quedar entre sus piernas.

Amanda dio un pequeño gemidito y me abrió las piernas inmediatamente, mirándome desde su posición entendió rápido el mensaje e hizo a un lado la tanga para dejar el espacio suficiente donde pudiera meterle mi miembro. – Cógeme ¿sí? – Me decía entre suplica y desesperación por recibir mi penetrada. Así lo hice, de inmediato le puse la cabeza de mi pene en su vagina, que podría jurar me jalaba mi pene. No fue nada de sexo suave, levante sus piernas y tomándola de los muslos comencé a tirarla hacia a mí cuando le metía me miembro en cada embestida.

La estaba cogiendo con fuerza y mi cabeza no podía pensar en otra cosa que no fuera partirla, el haber usado la tanga de mi esposa y además con todos esos olores, me había vuelto en una persona hambrienta de placer y con ganas de aniquilar a Amanda a punta de vergazos literalmente.

Amanda solo podía retorcerse por todo el placer que estaba sintiendo y gritar como loca - ¡Haaaay siiii! ¡Ahhhhhhhhhhh! – Yo no baja el ritmo - ¡Haaaaay Diooos! ¡Me mueroooooo! – Mi verga no perdía dureza a pesar del tiempo que ya entrando y saliendo de su caliente y llena de fluidos concha, de pronto Amanda se empezó  a retorcer en la cama, sus piernas en mis manos comenzaron a forcejar por liberarse - ¡Haaayyyyyyyyyyyyy!- Gemía agudamente Amanda, estaba teniendo un orgasmo muy fuerte, esto hizo que me dieran ganas de quererme venir y me concentré en ello; casi al instante en que Amanda se retorcía por el orgasmo, saqué mi verga de su concha y desde mi lugar la empecé a llenar de leche, el primer chorro salió con tanta fuerza que cayó hasta su cara y cubrió parte de sus lentas y un poco en su mejilla, el segundo chorro también llego lejos pero este a la altura del cuello y el último salió como más cargado pero le cayó sobre su ombligo. Habíamos tenido unos orgasmos espectaculares que nos habían cansado demasiado.

Amanda se quedó recostada con toda mi leche en su cara, cuello y abdomen, tomando el aliento –Estuvo bastante rico, creo que nunca me había corrido así de fuerte- Yo me acosté a lado de ella, bastante agitado y lleno de sudor - ¡Ahhh! Estuvo muy bueno – Alcancé a decir.

Con el tiempo encima y lo cansados que quedamos, no íbamos a tener una segunda ronda así que nos pusimos en marcha para vestirnos y si había algo de tiempo pasar por algo de comer. Amanda mientras se limpió en el baño y cuando iba a buscar la tanga para volverse a poner se la quité de las manos. – ¿Ya no quieres que me la ponga? – Preguntó – No, creo que me la quedaré yo – Mientras la olía – No se porqué me excita tanto como huele – volvía a olerla. –Sí que estás enfermo- Me decía Amanda entre risas mientras se subía la falda.

Terminé el resto del día en la oficina bastante feliz por todo lo que había pasado y como tenía la tanga de mi esposa que ahora también tenía los fluidos de Amanda, de vez en cuando la olía mientras pasaban las horas para volver a casa.

Una vez entré a mi hogar, me recibieron como siempre mis niñas, después fui a encontrarme con Paty y mientras nos besábamos me preguntó – Lavé la ropa y no encontré mis calzones que usé ayer ¿No los has visto? – Yo rápidamente los saqué de mi bolsa y los llevé a mi nariz – Sí, los he tenido yo, me encantan como huelen – Paty se acercó un poco para olerlos también - ¿En serio te gusta cómo huelen? – Y me miró con curiosidad y una leve sonrisa jocosa. –Me encantan como huelen amor- Acerqué a Paty a mí y ella de inmediato sintió mi pene que ya estaba nuevamente duro a punto de explotar. - ¡Hay amor! De verdad que te gustan mis calzones sucios. Si quieres ahora que se duerman las niñas me la vuelvo a poner para ti -.

 

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